una central de gas hipercontaminante y sin permiso alimenta la IA que mueve sus coches autónomos
Teknalix junio 30, 2025 No hay comentarios

Mientras los coches eléctricos ganan presencia en la industria de la automoción como alternativa al motor de combustión, la inteligencia artificial que impulsa sus sistemas autónomos se apoya en infraestructuras que generan un impacto ambiental difícil de justificar.
Y un ejemplo de ellos es la empresa xAI, fundada por Elon Musk, la cual está operando una central de gas de más de 400 megavatios en el sur de Memphis sin los permisos correspondientes, según denuncias de organizaciones medioambientales.
Su función es clara, que es proporcionar energía a un centro de datos vinculado directamente al entrenamiento del Autopilot y al desarrollo de Grok, el modelo de inteligencia artificial que el multimillonario Musk quiere integrar en el ecosistema Tesla.
Colossus, la central sin permisos que está contaminando el medio ambiente
La central, conocida como Colossus, ya tiene al menos 33 de sus 35 turbinas de gas funcionando, según imágenes térmicas recogidas por el Southern Environmental Law Center. Esta organización acusa a xAI de violar la Ley de Aire Limpio al operar sin licencias y sin sistemas de filtrado adecuados.
Cabe señalar que la energía generada se destina a alimentar un centro de datos en crecimiento, esencial para entrenar modelos de lenguaje y sistemas de conducción autónoma. La instalación se encuentra en Boxtown, un vecindario con antecedentes de contaminación industrial, lo que agrava la preocupación por su impacto en la salud pública.
Es importante mencionar que Tesla ha construido su reputación sobre la promesa de una movilidad más sostenible, pero esta promesa tiene matices. Aunque los eléctricos no emiten gases en circulación, el desarrollo de sus tecnologías asociadas, como Autopilot, depende de modelos de IA que requieren grandes volúmenes de datos y energía para entrenarse.
En este caso, la electricidad no proviene de fuentes limpias, sino de gas natural, una fuente que emite más de 450 gramos de CO₂ equivalente por kilovatio hora. Por ello, esta situación no se trata de un caso hipotético, sino de una infraestructura concreta que ya está operando y generando emisiones en una zona especialmente vulnerable.
El sur de Memphis fue identificado en 2024 como la ciudad con mayor incidencia de asma en Estados Unidos. A eso se suma un historial de contaminación acumulada por décadas de actividad industrial. En ese contexto, levantar una planta de gas sin controles ni filtros representa un riesgo adicional para la salud de sus habitantes.
Las emisiones incluyen más de 2.000 toneladas anuales de óxidos de nitrógeno, formaldehído y otros compuestos con efectos reconocidos sobre el sistema respiratorio. La comunidad no fue informada, ni consultada, sobre la puesta en marcha de este proyecto.
El caso de xAI no es aislado, puesto que otras grandes tecnológicas también se enfrentan al mismo dilema: cómo alimentar el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial sin disparar el consumo energético. Entrenar modelos avanzados, como los que usa OpenAI, implica mantener servidores funcionando a pleno rendimiento durante semanas o meses.
Al final, la demanda eléctrica está empujando a las empresas a buscar soluciones rápidas, incluso aunque eso suponga recurrir a fuentes fósiles. Cuando no hay suficiente energía renovable disponible, lo que se activa son turbinas como las de Colossus.
Lo peor de todo es que el problema no es solo técnico, también es político. Estas instalaciones suelen ubicarse en zonas con menor capacidad de respuesta institucional, como ocurre en el sur de Memphis. Lo que se presenta como innovación, en muchos casos, termina desplazando el impacto ambiental a comunidades que ya arrastran una carga acumulada de problemas estructurales.
Elon Musk no ha hecho declaraciones sobre la planta de Memphis, ni sobre el papel de xAI en su integración con Tesla. Tampoco ha respondido a las acusaciones sobre la falta de permisos o el uso de gas en vez de fuentes limpias.
Sin embargo, lo que ocurre en Colossus deja en evidencia una realidad que hasta ahora se mantenía fuera del foco: el desarrollo de la inteligencia artificial no está desconectado de su huella ambiental.
Es por esta razón que puede que los coches eléctricos no emitan gases en carretera y no contaminen como un coche de gasolina o diésel, pero parte de la tecnología que los hace funcionar se alimenta quemando combustibles fósiles, en instalaciones que nadie ha autorizado oficialmente.
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Etiquetas: Elon Musk
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