La comunidad científica vuelve a la carga contra Elon Musk: “Es una terrible cobardía”
Teknalix julio 18, 2025 No hay comentarios

Elon Musk vuelve a estar en el punto de mira de la comunidad científica. Su relación con ciertas decisiones políticas que, según muchos expertos, afectan negativamente a la investigación y debilitan el respeto por la evidencia basada en datos, ha provocado una nueva ola de críticas.
Tras varios episodios polémicos, la Royal Society, la institución científica más antigua del Reino Unido, le ha solicitado de manera implícita que reconsidere su permanencia como miembro si no logra ajustarse a los principios que representa.
El debate no es nuevo, en el pasado, sus declaraciones sobre inteligencia artificial o el cambio climático despertaron recelos por su tono provocador y por, supuestamente, desinformar sobre cuestiones científicas de gran sensibilidad pública.
La tensión se ha reavivado tras saberse qué altos cargos de la Royal Society enviaron una carta a Musk, instándole a actuar contra los recortes en ciencia impulsados por la administración Trump. El multimillonario nunca respondió a la petición, por lo que ha sido interpretado por muchos como una falta de compromiso, lo que ha intensificado la presión para que renuncie.
Musk fue admitido en la Royal Society en 2018, en reconocimiento a su papel en el desarrollo de tecnologías clave como la movilidad eléctrica o la exploración espacial. Pero el respeto que en su día generó entre académicos se ha transformado, con el tiempo, en un creciente malestar.
Las posturas públicas del empresario han sido señaladas como fuente de confusión, cuando no de desinformación, y sus opiniones sobre temas como el calentamiento global, la inteligencia artificial o la financiación pública de la ciencia se perciben cada vez más como contrarias a los valores que la academia pretende defender.
La Royal Society sugirió a Musk que renunciara a la beca científica
La tensión entre Musk y la Royal Society se ha intensificado tras una cadena de comunicaciones privadas enviadas por el presidente electo de la institución, Sir Paul Nurse. En marzo de este año, Nurse escribió al empresario para expresarle su preocupación por el daño que, a juicio de muchos científicos, estaba causando el gobierno de Donald Trump a la investigación pública.
Le pidió, directamente, que interviniera para frenar los recortes presupuestarios impulsados por el llamado Departamento de Eficiencia del Gobierno (DOGE), organismo con el que Musk ha sido vinculado. Sin embargo, no hubo respuesta inmediata.
Solo cuando se le informó de que las cartas serían compartidas con otros miembros de la academia, Musk contestó con un mensaje breve y sin compromisos concretos. En otra carta, Nurse fue más claro: “si no se sentía capaz de actuar en defensa de la ciencia, debía plantearse seriamente si tenía sentido seguir formando parte de la Royal Society”.
Ese gesto, o más bien la falta de él, ha indignado a buena parte de la comunidad científica. Para muchos compañeros, la respuesta fría del CEO de Tesla deja clara su falta de implicación.
Pero lo que más ha molestado ha sido la decisión final de la institución de no abrir ningún expediente disciplinario ni tomar medidas formales. El argumento oficial ha sido preservar la estabilidad institucional, pero dentro de la academia hay voces que lo consideran una renuncia a sus propios principios.
Hay quienes defienden que sancionar a Musk abriría un precedente delicado que arriesgaría politizar la institución. Han calificado la postura de la comunidad como una “terrible cobardía” y han recordado que el código de conducta de la academia debe aplicarse con la misma firmeza a todos sus miembros, independientemente de su notoriedad.
Algunos científicos han devuelto premios en señal de protesta, otros han renunciado formalmente a su participación en actos organizados por la institución. Incluso se ha impulsado una carta abierta denunciando que la Royal Society se ha convertido en rehén del prestigio mediático de Musk, sacrificando su ética.
El caso de Elon plantea un dilema real, puesto que su figura representa la innovación tecnológica, ya que tiene capacidad para financiar proyectos, pero también ha generado controversia por sus declaraciones, sus ataques a investigadores o su supuesta participación en decisiones políticas que afectan directamente al ecosistema de la investigación científica.
En un momento donde la ciencia se ve constantemente desafiada por desinformación, los científicos esperan que los miembros de instituciones como la Royal Society se comporten como defensores activos del conocimiento basado en evidencias y el multimillonario, al menos por ahora, no ha demostrado esa disposición.
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Etiquetas: Elon Musk
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